Confiram o Editorial abaixo reproduzido recentemente publicado no jornal de maior tiragem em Assunção que reflete o atual clima em relação ao Brasil e, particularmente, aos Brasiguaios.anexo.
O quadro já se pode antever completo, Lula ! Só nos faltam as ofensas de mais dois ou três dos teus amiguinhos de Foro de São Paulo...
Pergunta ao “cumpañero” Marco Aurélio “top-top” Garcia até quando vai essa situação.
Coitado do próximo Presidente, se for um brasileiro de coração e mente.
Nadie sino el Brasil tiene culpa de lo que les sucede aquí
Nadie más que el Brasil tiene la culpa de todo lo malo que les pueda estar sucediendo a los "brasiguayos", o lo que les ocurra en el futuro próximo, por acción de las organizaciones campesinas violentas. Nadie como el Brasil, con su nefasta política de sometimiento del Paraguay a sus dictados particulares y egoístas, es más responsable de lo que ahora está pasando en nuestras fronteras comunes y que apunta a perjudicar sus intereses. Los políticos brasileños fomentaron la angurria y la codicia de los colorados durante sesenta años. Todo tendiente a consolidar su hegemonía regional de potencia imperialista, colonizadora.
Nadie más que el Brasil tiene la culpa de todo lo malo que les pueda estar sucediendo a los "brasiguayos", o que les ocurra en el futuro próximo, por acción de las organizaciones campesinas violentas.
Nadie como el Brasil, con su nefasta política de sometimiento del Paraguay a sus dictados particulares y egoístas, es más responsable de lo que ahora está pasando en nuestras fronteras comunes y que apunta a perjudicar sus intereses. Ellos, los gobernantes brasileños, fueron los que incubaron el stronismo, lo arroparon y le dieron toda clase de apoyo y estímulo para que se afianzara y durara un tercio de siglo.
Sobornaron a Stroessner y a toda su gavilla para obtener todo lo que querían: las aguas del Paraná, las mejores tierras agrícolas del este de
Los sucesivos gobiernos brasileños, desde la época de Getulio Vargas, comenzaron a poner bajo resguardo sus recursos naturales, mientras empujaban a sus colonos a servirse de los de países vecinos. Ellos sabían muy bien - como lo saben ahora - que sus empresarios venían al Paraguay a hacerse de tierras baratísimas, a explotar la madera o a llevársela "a precio de banana", sobornando a las autoridades y a los políticos locales. Conocían perfectamente el proceso y a los protagonistas y les permitieron que continuaran porque les convenía. Que más de trescientos mil brasileños penetraran y se instalaran depredando en forma salvaje un país como el nuestro era un gran negocio doble: mucha ganancia económica a costa de bienes ajenos y una vía de penetración para consolidar su hegemonía regional.
La prueba de esto último tenemos ante la vista: los blindados del ejército brasileño se pasean por nuestra frontera común haciendo ostentación de fuerza; los militares realizan maniobras y los jefes efectúan declaraciones que rozan lo intimidatorio. "Aquí estamos preparados y dispuestos a invadir Paraguay para defender a los brasileños que residen allí", es el mensaje que nos envían nuestros vecinos, sacándose la careta de integracionistas para mostrar su verdadero rostro: el de potencia imperialista, colonizadora.
Si veían y constataban cómo de torcidas se estaban haciendo las cosas en nuestro país, de la mano de los gobiernos colorados sobornados y sostenidos por ellos, ¿por qué no corrigieron el proceso? Negociaban fraudulentamente con los colorados porque les convenía; ahora esos sinvergüenzas se fueron, ya no pueden asegurar la protección a sus propiedades y beneficios, entonces el vecino hace demostraciones de fuerza militar.
Por nuestra parte, siempre afirmamos que los colonos brasileños que se avecindaron en nuestro país y que trabajan de sol a sol para prosperar, constituyen también un factor de progreso para nosotros, que sus propiedades y el fruto de su trabajo deben ser protegidos por las autoridades nacionales, que sus descendientes tienen que ser incorporados a nuestras comunidades y que hay que convertirlos en ciudadanos paraguayos para que afiancen su arraigo aun más. No justificamos por eso los atropellos de que son objeto de parte de los supuestos "sintierras". Otra cosa muy distinta es que el Gobierno del Brasil se sirva de aquellos para justificar planes políticos de hegemonía.
Si los gobiernos brasileños hubieran impulsado el advenimiento del Paraguay a la democracia restando su apoyo a la dictadura local; si en vez de seducirle a Stroessner para arrancarle el Tratado de Itaipú; si en vez de sobornar a los políticos colorados durante sesenta años para obtener beneficios especiales en la adquisición de tierras y explotación de recursos naturales paraguayos; si en vez de todo esto hubieran contribuido eficazmente a la instalación de regímenes democráticos, posiblemente no hubieran podido aprovecharse de los excelentes negocios que realizaron aquí, al menos los brasileños residentes en nuestro país no hubieran estado marcados por el estigma de la inmoralidad política de los líderes de su país y hoy estarían trabajando tranquilos, como muchos otros inmigrantes extranjeros lo hacen.
El "Brasil potencia" tiene ahora un problema más para resolver: la protección de los "brasiguayos" ante la codicia de ocupantes de tierra y de los dirigentes políticos de izquierda que los organizan y guían. Tienen que enfrentar e intentar revertir una creciente antipatía paraguaya hacia la política brasileña en general, que se extiende injustificada pero inatajablemente hacia sus inmigrantes.
Después de que Stroessner fue derrocado aun contra los deseos de Itamaraty y que la democracia se instaló por sí sola en el Paraguay, sucede que un vasto sector de la sociedad local se resiente contra los abusos cometidos durante tantas décadas por el Brasil. Por eso este no tiene de qué quejarse. Ellos incubaron en el Paraguay el mal durante 60 años y la exhibición de fuerza militar y el amedrentamiento no van a remediar absolutamente nada. Las autoridades del país vecino tendrán que hacer uso de su imaginación diplomática más creativa para revertir el maligno proceso de liquidación salvaje de los recursos naturales paraguayos, que alentaron se echase a andar cuando veían que les iba a ser muy provechoso. Tendrán que cambiar radicalmente de postura, ya que tratar de amedrentar a los paraguayos con su actitud prepotente en la frontera apelando a su fuerza militar aumentará el resquemor contenido en décadas de latrocinio y abusos.
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